Qué mal suena, o qué mal empiezo el capítulo y artículo, ya seis, de esta mi segunda temporada de mi blog personal.

Pero como dice el dicho, «no todo lo que empieza mal, mal acaba».

Ante todo, preguntaros, como siempre, ¿cómo estáis y cómo ha ido vuestra semana?

De muchos de vosotros sé y soy consciente de que todo va «viento en popa» (qué gran noticia me has dado, compañero y amigo Ricard), de lo cual no sólo me siento satisfecho, sino feliz por ti.

Pues sí, el título de hoy no augura, quizá a vuestra manera de entender o en vuestros pensamientos, nada bueno…

Uffff, «Tu Peor Enemigo», a simple vista suena a malos momentos, a rencor, a enemistad e incluso a rencor e incitación al odio.

Todos los que me conocéis bien, sabéis de sobra que siempre, entre mis múltiples dichos, uno de los más frecuentes es que:

«Odio el odio».

Cuando una persona cae en tal despropósito, puede no sólo llegar a perder el control de sí misma, su capacidad de educación, de contención y, sobre todo, de respeto hacia el prójimo, lo cual normalmente suele traer graves problemas.

Por eso hoy en este nuevo capítulo os quiero hablar de tu, o vuestro, peor enemigo, desde el punto de vista coherente y basándome en la consciencia plena.

¿No pensáis que la vida sería demasiado aburrida, plana, estática y sin alicientes, si no nos planteara dificultades?

Y en este caso, ¿las dificultades normalmente implican a personas que nos pueden hacer daño?

Toda acción, sea buena o mala, procede de alguien de nuestro entorno, o externo a él, pero de una procedencia en la mayoría de las ocasiones premeditada.

En la mayoría de las ocasiones, tenemos la tendencia de «tildar» o «tachar» como enemigos o peores enemigos a todas esas personas que, en realidad, os puedo asegurar que «no lo saben hacer mejor», o quizá su maldad sea propia de ellos, de su personalidad o de su manera de ser.

Claro que la palabra venganza, o todas las nominadas antes, nos pueden rondar por la cabeza, pero os quiero hablar de corazón, preguntándoos:

¿Por mucho mal que nos hayan hecho, estas personas merecen nuestro tiempo y nuestra energía negativa?

¿Nos debemos poner a su mismo nivel, cuando realmente no somos iguales ni actuamos como ellos?

Si adoptamos esta clase de postura, nuestra energía negativa siempre va a superar a la positiva, y justamente os quiero compartir un secreto que me gustaría que probaseis cuando tengáis una mala experiencia con alguien que consideréis vuestro mayor rival o vuestro peor enemigo.

Si toda esa negatividad, de frustración, de rencor, venganza o incluso odio, la invertimos polarizando toda esa negatividad en positividad, no sólo seréis mucho más fuertes física y mentalmente, sino que tendréis una capacidad de discernimiento y claridad de decisión muchísimo más saludable y sana, coherente y consciente.

Y ahora os voy a contar el verdadero punto de inflexión de mi peculiar manera de asumir y observar la vida y hablaros abiertamente de «vuestro peor enemigo» o «vuestros peores enemigos».

Quiero dejaros y lanzaros una pregunta al aire:

«¿No habéis pensado que vuestros peores enemigos o vuestro peor enemigo podéis ser vosotros mismos?»

Nuestra mente puede ser una fuente potencial de dudas, de autocríticas, de pensamientos negativos.

Normalmente encabezamos el ranking de ser nosotros los que dudamos de nuestras capacidades y de conseguir nuestros logros marcados como metas.

Somos nuestros mayores saboteadores de nuestros éxitos, dudando de nuestra capacidad o capacidades e intentando evitar con enormes y temerosos miedos quizá las oportunidades maravillosas que nos ofrece la vida.

Al ocurrirnos un percance, un tropiezo, una situación en la que esté involucrado alguien externo a nosotros, nuestra lucha interna se intensifica de tal manera que no sólo nos obceca, ni nos deja discernir con claridad, sino que esa lucha con nosotros mismos nos limita en nuestras decisiones basadas en nuestras propias emociones, sobre todo cuando consentimos que estas nos controlen.

Con todos estos factores, muy probablemente, y si no somos conscientes, arremeteremos con más fuerza y exculpándonos, culpando de todo lo malo sucedido a la o las personas que externamente nos han podido causar tanto mal.

El autojuicio y la falta de confianza en ti mismo, y sobre todo si las llevamos al extremo, son diques, barreras y muros de una magnitud que no sólo nos impedirán alcanzar nuestras metas o propósitos, sino que nos harán perder nuestra esencia, nuestro rumbo o dirección.

Como consejo (y sabéis que no me gusta dar consejos), en este caso considero que debo hacerlo: debemos no sólo reflexionar, sino meditar profundamente hasta llegar a la convicción de que estos pensamientos no reflejan la verdadera realidad, no sólo de la situación, sino de nosotros mismos. Y sobre todo os insto a intentar aprender a administrar vuestros sentimientos y la autocrítica, porque, bajo mi humilde opinión, es clave no sólo para nuestra superación personal, sino para vivir en una plenitud plagada de libertad personal.

Para finalizar, quiero deciros, por convicción propia, que en la mayoría de las ocasiones:

«Tu Peor Enemigo» o «Vuestros Peores Enemigos», sois o somos, (por supuesto, me incluyo) nosotros mismos, porque cada uno de nosotros debe tener la capacidad de desarrollar su intuición para dejar de lado a todas esas presencias, personas o situaciones externas que ni saben ni pueden actuar de otra manera.

Recordad siempre que sois únicos, maravillosos y que vuestra valía es incomparable, ni con nada ni con nadie.

Siempre y cada día más, me siento identificado y más cercano a cada uno de vosotros, por vuestras preguntas, por vuestro trato y sobre todo porque, como siempre os digo, cada vez os sumáis más y ya formáis parte de mi vida.

Jorge Esquirol.

Os abrazo, os mando miles de besos y os quiero cada día más.

«Sed muy felices, por favor».

Postdata:

Quiero felicitar públicamente a través de esta postdata a alguien que no sólo considero ya parte de mi vida, sino que es uno de los héroes que tenemos en nuestro país, (aunque a él no le guste tal adjetivo), porque su humildad va más allá de su profesión…

Sí, te felicito a ti, José Manuel García Valcárcel, Brigada, Guardia Civil, Piloto de Helicóptero de Rescate y Psicólogo, pero no me gustaría felicitarte por tan sólo lo mucho que eres, sino por esa segunda condecoración que te concedieron justamente este pasado 12 de octubre, día de la Hispanidad, y conmemoración de la Virgen del Pilar, no sólo Patrona de España, sino de la Guardia Civil. Y si me lo permites, José Manuel, me gustaría mandar un beso al cielo, a mi abuela y tía paternas, que D.E.P., por justamente ambas llamarse Pilar.

De J.M.G. Valcárcel sólo os puedo contar que, a pesar de arriesgar diariamente con su unidad de rescate la vida por nosotros jugándose su y sus propias vidas, mi verdadera felicitación personal es porque eres (y te hablo en primera persona) de las personas que transmites paz, que tu bondad se percibe en tu voz y en tu persona, y porque en cada conversación que tenemos aprendo de ti, cual alumno novato, cosas nuevas:

«La lealtad, ni se compra, ni se vende y mucho menos se pide ni se exige, se gana»

Copyright, todo tuyo, Valcárcel.

Lealtad y respeto hacia ti por y para siempre.

Por otra parte, quiero hablaros de que después de muchos años, ayer contacté con alguien que fue mi compañera, es y considero mi amiga y una de las actrices, cantantes, compositora, directora, productora… Puedo decir algo más de ti, Bea, Doña Beatriz Luengo, una, sino la mejor artista internacional que tenemos en España. Y a ti, Yotuel, no sólo marido de Bea, sino un artista de los pies a la cabeza.

Gracias por hacer partícipe a todos esos miles de espectadores que cada día están llenando las salas para poder ver esa gran película documental llamada «Patria y Vida», vislumbrando la verdadera realidad de esa llamada «La Isla Grande», Cuba.

Por favor, no os lo perdáis nadie.

No puedo ir a verte y a veros a Madrid, como quedamos ayer, pero os aseguro que muy pronto nos veremos.

Nelly, ¡vaya grandes noticias de hoy mismo! La paciencia y la constancia es un grado, siempre te lo dije, estamos con un pie en mi querido y tu país, México.

Ricard, amigo, compañero, confidente, qué fructífero viaje a Madrid, qué felicidad más grande y qué grandes reencuentros con compañeros y gente que queremos los dos.

¡¡¡¡A por todas!!! Y a preparar maletas!!!

Os quiero a todos los países, a cada uno de vosotros de tan diversos continentes, que me escribís y que me seguís fielmente:

A: Argentina, USA, España, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, Suiza, Suecia, y seguir dando millones de gracias a Chile, Colombia, Irlanda, México, Brasil, Francia y Japón, incorporándose Tokio, Noruega y Canadá.

No tendré jamás la manera de agradeceros vuestra fidelidad. Gran, feliz y maravilloso fin de semana a cada uno de vosotros/as.

Jorge Esquirol

@elblogdejorgeesquirol