Un viernes más, con todos vosotros, un nuevo capítulo de la ya gran comunidad llamada: @elblogdejorgeesquirol.

¿Cómo estás/estáis?, ¿cómo ha ido tu/vuestra semana?

Hoy es quizá uno de los capítulos más emotivos que he escrito en este, mi blog personal, que lanzo cada viernes.

Decía parte de la letra de una canción, que, tras un arpegio de guitarra, comenzaba de esta manera:

«Tu recuerdo está presente, en mi mundo y en mi mente, cada día, diariamente…

Recuerdos desde mi infancia, hasta mi edad adolescente, a tu lado fueron siempre…»

Para mí, hoy, día 14 de febrero, «Día de San Valentín», «Día de los Enamorados» o «día del Corte Inglés», como digo desde hace muchos años jocosamente, trascendió siempre mucho más allá de esa fecha marcada en el calendario, donde los enamorados, parejas, matrimonios y novios celebran este día como algo especial.

El principio de esa canción, que fue mi manera no solo de homenajear, sino de sacar mi rabia, la frustración, mi tristeza y mi corazón roto —haciéndolo a través de una guitarra, un piano, unos pentagramas, un lápiz y mis recuerdos y sentimientos reales—, fue mi forma de rendir tributo a una de las personas más importantes de mi vida: la hermana de mi madre, mi tía y mi madrina de bautismo, y os aseguro que mi segunda madre. Justamente, nació un día como hoy, un 14 de febrero, y tanto mis padres como mis padrinos celebrábamos este día, sin faltar un año, con un entusiasmo y alegría tremenda por, justo eso, el haber cumplido un año más mi tía y madrina, Dña. Felisa Cuevas, «Ana».

Lo de «Ana» se lo apodé yo desde muy niño, porque la realidad es que empecé a hablar a muy corta edad, pero eso me hacía cometer fallos coherentes de un niño de mi edad.

Al ser mi madrina y llamarse Felisa, yo era consciente de que también era mi madrina. Cuando nos veíamos con mis tíos y concretamente con ella, la intentaba llamar «madrina», pero en mi balbuceo pronunciaba la palabra mal, llamándola «madriana», y en mi imperfeccionamiento inconsciente, lo abrevié, dejándolo tan solo en «Ana».

Pero lo curioso es que adoptó ese nombre de tal manera y con tal bondad que, cuando en reuniones familiares le reclamaba «Ana…», me respondía al instante. Y recíprocamente, en la primera y última llamada diaria telefónica, cuando sonaba aquel «heraldo», tan echado de menos por mí —y creo que por muchos de vosotros—, al otro lado del aparato, en ocasiones, al descolgar yo el teléfono, tras el pertinente «Sí, ¿quién es?», me resuena cada día más en la cabeza ese «Soy Ana, ¿cómo has pasado la noche? ¿Y tus padres?».

Dña. Felisa Cuevas fue una adelantada a su tiempo. Empezó a estudiar Farmacia en la Facultad Complutense de Madrid, pero la Guerra Civil Española y la posguerra pararon sus estudios, impidiéndole acabar su carrera y sus sueños universitarios.

Pero no se quedó ahí, en su frustración. Avanzó y toda su vida laboral transcurrió como asesora personal y mano derecha de D. Alfonso Mangada, dueño y propietario de la Editorial Paraninfo.

Mi «Ana», mi tía y mi madrina Felisa, junto a su marido D. Manuel Martínez, tío y padrino, siempre fueron una parte inmensa de mi corazón y formación, junto a mis padres.

Eran mi bastón de apoyo para cuando no veía coherente algo o, en época de adolescencia, me enfadaba o «cabreaba» por algo que me decían mis padres. En aquel entonces, dada mi rebeldía y falta de consciencia, me resultaba incoherente, así que me iba a su casa a pedirles consejo, e incluso a dormir allí.

«Ana» era bondad pura, era diversión asegurada, esa sonrisa suya que todos los días me viene a la mente. Era mi impulso, mi hombro donde apoyar mi cabeza y mi pañuelo de lágrimas en momentos de desesperanza, pero, sobre todo, era mi alegría, mi energía y (con lágrimas ahora mismo en mis ojos) una de las personas que más echo de menos, junto a mis padres y mi tío y padrino Manolo.

Hoy, y saliéndome quizá de mi línea editorial, he querido hacerle un homenaje para compartir con todos vosotros recuerdos, sentimientos y la realidad de esa palabra fundamental para mí, que es «familia» y de la que, por desgracia, ya carezco, siendo, como muchos de vosotros sabéis, un huérfano absoluto.

Tía Felisa, «Ana», y madrina amada, sé que te sentirás orgullosa allá donde estés, porque desde muy joven me insistías en que me dedicara a la escritura y fuera escritor. Desde niño me decías: «Jorge, pero qué bonito escribes. Algún día llegarás a ser un buen escritor».

Pues sí, gran parte de que decidiera ser escritor, con ya un libro editorial en el mercado literario y faltando cada vez menos para que salga mi segundo libro, «La Pirámide del Alma», te la debo a ti y a esas palabras y consejos que me dabas desde muy niño.

Termino el capítulo como lo empecé, con la letra y final de la canción que te compuse en homenaje a ti:

«Y un nueve de junio, me abandonaste, te marchaste para siempre y fuiste a un lugar, donde el mar y el horizonte se dibuja como un cielo, y allí tú estarás, como una luz fugaz, como una estrella más».

Creo que ni un solo día de mi vida, al igual que a mis padres y a tu marido, tío y padrino, dejé de deciros uno o varios «te quiero».

A día de hoy, te los sigo diciendo, mirando hacia el cielo y rezando por ti cada día, sin obtener feedback por tu parte, pero presintiendo que te llegan.

Feliz cumpleaños, «Ana». A ese «te quiero» de cada día, desde tu partida le añado un «te echo de menos cada día más».

Papá, mamá, espero que, como hacíais en vida, celebréis con alegría, emoción y todos juntos el cumpleaños de mi tía Dña. Felisa Cuevas.

Te quiero, os quiero y cada día os echo más de menos.

IN MEMORIAM: Dña. Felisa Cuevas, D.E.P.

Jorge Esquirol

@elblogdejorgeesquirol

Posdata:

Roto de emoción, de dolor y añoranza al recordar momentos familiares que han sobrevolado mi cabeza mientras escribía este nuevo artículo/capítulo de mi blog, debo dar las gracias a los 10 países que me siguen mayoritariamente, según me informa el departamento de marketing, y que se están suscribiendo totalmente GRATIS a mi web: www.jorgeesquirol.com.

Millones de gracias a: Estados Unidos (EE.UU.), por seguir siendo el primer país que me sigue, seguido de Irlanda, Suecia, Reino Unido, España y, como últimos países, México y, sorprendentemente para mí, entra en liza y muy muy fuerte Hong Kong e Italia.

Millones de gracias a absolutamente todos y cada uno de vosotros, porque sin vosotros nada sería posible y es impresionante ir conociendo poco a poco a todos los que me escribís desde tan diversas culturas, de las que aprendo cada día.

Gracias.

Feliz viernes y buen fin de semana para tod@s.

Y, sobre todo, «Sed muy felices, por favor».

Os abrazo.

Jorge Esquirol