Hola a tod@s, ¿cómo estáis?, hoy no os quiero preguntar cómo ha ido vuestra semana porque estoy convencido de que vuestra ilusión está puesta en esta próxima semana, en estos cuatro días que restan para celebrar la Nochebuena y la Navidad.

La Navidad es, sin lugar a dudas, una de las celebraciones más esperadas a nivel mundial. Para muchos, es un momento de alegría, de abrazos, de cenas familiares, de compartir y de estar cerca de los seres queridos.

Sin embargo, al poner ese «Feliz Navidad» entre signos de interrogación, es porque quiero y necesito expresaros mis verdaderos sentimientos personales y cómo me siento en este preciso momento en el que os estoy escribiendo.

Quiero reflexionar sobre el verdadero significado de estas «fiestas», más allá de las luces, los villancicos y las tradiciones.

La Navidad, en muchos lugares, también es un tiempo en el que se hace más visible el sufrimiento de aquellos que, por diversas razones, se sienten alejados de la alegría.

En España, como en tantas partes del mundo, el diciembre llega con una mezcla de sentimientos.

Hay familias que han quedado rotas por el dolor, por no sólo lo que aconteció por la terrible Dana en España y más concretamente en la Comunidad Valenciana, sino porque el abandono continúa a día de hoy, (ya sobrepasando el mes), por un gobierno cómplice, que sin ningún tipo de escrúpulo ha traicionado y sigue traicionando sus propios principios, (de los que carecen), y tan solo pensando en ellos, con la mentira por bandera, teniendo abandonada a la población.

Una población que atraviesa y va a intentar celebrar esta Navidad entre lodo y barro, sin paredes ni puertas en sus casas, sin los suministros básicos de cualquier ser humano y sin esperanza al sentir ese profundo y oscuro abandono.

En las calles, los niños, que en teoría deberían estar corriendo entre los regalos y la calidez de sus hogares, están jugando entre el barro, sin un techo que los proteja, sin un lugar donde encontrar seguridad o consuelo.

Pero como bien dice mi amiga Pilar Ramos, @pilaruramos:

«El Pueblo, Salva Al Pueblo», y esa es la grandeza de mi País, España, y los españoles nos crecemos antes las adversidades, todos somos uno, y la población civil, los cientos de miles de voluntarios, sin importar la edad seguimos siendo uno e intentando llevar un halo de luz, para iluminar esa oscuridad en los corazones y las almas de los habitantes de las zonas devastadas.

Por supuesto gracias al apoyo, de las FCDSE, de la UME, de la Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Municipal, Bomberos, Protección Civil y los 4 ejércitos, que muchas horas y fuera de hora de servicio, voluntariamente siguen coordinando y ayudando, estando siempre al pie del cañón.

Hace dos días pude ver unas imágenes de los militares, en sus pocos ratos libres de actividad y descanso, que, en lugar de descansar, utilizaban esos minutos para jugar con los niños a la pelota entre el caos y un barrizal, como terreno de juego, esas imágenes se quedarán marcadas en mi retina y en mi corazón para siempre.

Gracias a todos vosotros, porque, como bien decía mi madre que en paz descanse, todo vuelve y la vida os premiará a vosotros y a los cientos de miles de voluntarios que siguen cada día, acudiendo y desplazándose hasta lo que es totalmente parecido a una «zona de guerra», os lo aseguro porque lo viví en primera persona al desplazarme hasta allí hace ya semanas.

Tampoco me quiero olvidar en estas fechas de todas esas personas que han perdido a sus seres queridos, víctimas de accidentes, enfermedades o tragedias que han marcado para siempre sus vidas.

¿Cómo celebraríais vosotros la Navidad, cuando, en lugar de las risas compartidas, se vive el silencio y el vacío profundo de la ausencia?

Las mesas navideñas, que deben estar llenas de comida, de sonrisas y alegría, pero en muchos hogares están vacías de la presencia de quienes ya no están.

En muchos hogares, el eco de los abrazos que nunca más se podrán dar se siente más fuerte que nunca.

¿Cómo encontrar la alegría en una Navidad cuando el dolor se convierte en el compañero de todos los días?

La pobreza, la exclusión social, la falta de acceso a lo más básico, se hace más visible en estas fechas. La Navidad resalta las desigualdades que a menudo pasamos por alto durante el resto del año. Familias enteras se ven sin un hogar, sin calefacción, sin comida suficiente para la noche más especial del año.

Las promesas de un mundo mejor parecen distantes cuando los más pequeños, los que deberían ser los más felices, ven sus sueños congelados por la dureza de su realidad.

La Navidad, para muchos, es también un tiempo de soledad.

Quiero hacer una mención especial a nuestros mayores, a todas esas personas de la tercera edad, pozos de sabiduría, pero también de olvido, a ellos, que han pasado su vida cuidando, criando y entregándonos su amor, protección y comprensión, y que se enfrentan a una existencia llena de silencios.

Se encuentran sin la compañía de sus hijos o nietos, abandonados por un sistema que parece haber olvidado su importancia.

En la soledad de sus casas, observan cómo el mundo sigue su curso, mientras ellos quedan atrás, como sombras de lo que alguna vez fueron. La Navidad, lejos de ser una época de alegría, se convierte en una dolorosa reafirmación de su abandono.

Pero no quiero hablar, y menos en estas fechas que se aproximan, de todas mis reflexiones que pueden tener una negatividad implícita que ni es momento ni os quiero transmitir.

Para mí, la Navidad, es uno de los días más grandes del año, porque, como católico que soy, celebro la Natividad, el nacimiento del niño Jesús, del hijo de Dios. Y aunque en mi casa ya exista el silencio, las sillas y platos vacíos y la falta de familiares y seres queridos, ya puse hace días mi árbol de Navidad y sobre todo ese belén, que aún guardo intacto y que colocábamos en el mejor lugar de la casa desde mi infancia.

Para finalizar quiero, como siempre, reflexionar junto a vosotros preguntándoos y preguntándome a mí mismo a la vez:

¿Realmente la Navidad tiene que ser solo un reflejo de lo que falta?

¿No puede ser también una luz en medio de tanta oscuridad?

Si miramos más allá de los adornos y los banquetes, la Navidad es, en su esencia, la celebración de la esperanza. Del nacimiento del hijo de Dios, de recuerdos entrañables y de la magia de nuestras navidades ya pasadas.

La historia de la Natividad es la historia de un niño nacido en condiciones humildes, en un pesebre, rodeado de la oscuridad y la miseria de un mundo que no lo esperaba, cuya llegada transformó el curso de la humanidad, trayendo consigo un mensaje de amor, perdón y solidaridad.

En su nacimiento, Dios nos mostró que no importa el entorno, no importa cuán oscuras sean las circunstancias, siempre hay un lugar para el amor; ese amor incondicional, que no distingue entre ricos y pobres, entre poderosos y desfavorecidos, entre sanos y enfermos. Ese es el verdadero punto de inflexión que nos debe guiar en esta Navidad.

Jesús nació en la humildad, y nos enseñó que la verdadera grandeza reside en el servicio a los demás, en cuidar y amar al prójimo.

Es en este contexto, en la humilde Navidad de Belén, donde se encuentra la verdadera esencia de la festividad. La Navidad no es solo un recordatorio de lo que tenemos o de lo que hemos perdido, sino de lo que podemos dar.

En estas Navidades, más que nunca, debemos ser conscientes de los que no tienen nada. De aquellos que no tienen un hogar donde resguardarse del frío, aquellos que viven rodeados de violencia o desamparo, de los que luchan contra enfermedades y pasarán la Navidad en hospitales ingresados, sin quizá ya esperanza de celebrar otra nueva Navidad.

Si la Navidad tiene un verdadero significado, es el de acercarnos a los demás, de tender nuestra mano a quienes están pasando por momentos difíciles, de compartir lo que tenemos, ya sea poco o mucho, con aquellos que necesitan más. Es un momento para reflexionar sobre lo afortunados que somos, pero también para ponernos en el lugar del prójimo, para recordar que la Navidad no debe ser solo un festejo personal, sino colectivo y social.

Quiero aprovechar esta ocasión para desearos todo lo mejor a todos vosotros, estéis en el país que estéis, en esta Navidad.

Que la luz del niño Jesús ilumine a los corazones de todos, sin importar su religión, su raza o su condición.

Que podamos encontrar en esta Navidad la esperanza que nos permita seguir adelante, luchando por un mundo más justo, más solidario y más humano. Que no perdamos de vista el verdadero mensaje de la Navidad, y que el amor, la generosidad y la compasión sean las claves, para que celebremos unidos, lejos o cerca, para que nos abracemos, nos besemos, nos queramos y nos amemos y nos digamos «Te Quiero».

De corazón os digo y con mi alma abierta en este preciso instante y escribiendo estas palabras, que os envío a todos y cada uno de vosotros mis mejores deseos para todos los rincones del mundo.

Que esta Navidad sea un recordatorio de que no estamos solos, que podemos ser una luz brillante en la vida de los demás, y que, a pesar de las dificultades, siempre hay esperanza.

Que podamos llevar en nuestros corazones el amor que Jesús nos ofreció en su nacimiento, y que ese amor lo acojamos con agradecimiento y lo compartamos con todo nuestro entorno, con la gente que queremos y con los demás.

No puedo levantar mi copa, porque no la tengo en estos momentos, tan sólo un vaso de agua que es mi fiel compañero en mis ratos de escritura, pero os doy mi palabra, que, dentro de cuatro días, en Nochebuena y Navidad, levantaré mi copa al cielo para brindar por todos vosotros, porque sois únicos y maravillosos, porque vuestra luz me llega, aunque estemos lejos, y porque, como siempre os digo, cada vez sois más los que ya formáis parte de mi vida.

Os quiero y os abrazo con toda mi sinceridad y amor.

Feliz Navidad

Firma: Un Huérfano Absoluto.

Jorge Esquirol

@elblogdejorgeesquirol

Posdata:

Quiero empezar esta posdata especial para enviar un gran y fuerte abrazo, a una persona de las pocas que fueron y quizá la más importante y responsable, que como le dije en persona, «Me salvó la vida», tras regresar «roto», (por los graves hechos que se cometieron contra mi persona en un país del que no quiero ni recordar su nombre), a mi sacerdote de confianza y amigo, Padre Isidro Núñez. Feliz Navidad, Padre, nos vemos pronto.

Feliz Navidad, a ti Mery, que junto a nuestro «Manolito», pasaremos la Navidad los tres juntos, recordando a todos a los que ya nos faltan, pero siempre con alegría, porque estoy seguro que todos ellos, aunque no los veamos, no sólo estarán en estos días, sino que están a nuestro lado en cada momento de cada día.

Feliz Navidad, papá y mamá, a ti papá, porque mañana era tu cumpleaños y hubieras cumplido 95 años, y a ti mamá, que no sólo celebraréis la Navidad allá donde estéis, que, seguro que será el lugar más maravilloso del mundo y más cerca de Dios que nadie, sino que os diréis otro «te quiero» el mismo día del cumpleaños de papá, porque coincidía con vuestro aniversario de boda. Os echo tanto de menos y a la vez os amo como siempre os amé estando en vida.

A ti, mi angelito hermana, María Ángeles, que estarás junto a papá y mamá y que también partiste demasiado pronto justo un Día de Nochebuena.

Feliz Navidad, a mis padrinos y tíos, a mi padrino Manolo, y mi madrina Felisa, «Ana», porque ni una sola Navidad la dejamos de celebrar juntos.

Feliz Navidad, a Maite y Francisco y a Jordi y Óscar, mis vecinos catalanes y mejores amigos de mi familia.

A mi tía Vicenta, mi tío Alejandro, mi tío Manolo, hermanos de mi madre que espero que lo celebréis juntos y en familia desde el cielo.

A mis abuelos, que no llegué a conocer, Josep y Alejandro, y mis abuelas Pilar y Teo, os echo mucho también de menos.

A ti, «Compa» y amigo del alma, Ricard Reguant, por hablar el mismo idioma, por cada día compartir frustraciones e ilusiones y por tu amistad verdadera. Sé que también son fechas complicadas para ti, mi recuerdo a tu querida madre, que se te fue también en estas fechas.

Joan Carles Bestard, no me olvido de ti, feliz Navidad, amigo, «Navidades con Margarita escayolada», pero seguro que felices.

Feliz Navidad, a ti José Manuel García Valcárcel, a tu familia y tus compañeros de profesión, por ese «buenos días» y «buenas noches diarios», por las escasas últimamente conversaciones telefónicas que tenemos, pero en conexión permanente.

A ti, Javier Dotú, que curiosamente fuiste el primero en felicitarme la Navidad, sorprendiéndome el otro día. Como quedé contigo, te llamaré esta semana.

Doctora M.A. Mercader, antes que felicitarla la Navidad le debo un millón de gracias por todo y por tanto, todos mis mejores deseos para usted y su familia. Como para ti María, por no solo ser una amiga de verdad, sino por demostrarme cada día que aún existen personas como tú.

A Isabel Gemio y su fundación, a ti María Romo y especialmente a ti Beatriz, gracias por permitirme formar parte de esa infatigable lucha y maravilloso trabajo que hacéis cada día progresando a revoluciones desmedidas. Muy Feliz Navidad.

Feliz Navidad para mi querido México y especialmente, Feliz Navidad a ti Nelly Tamayo, a tu mamá y a toda la gente que quieres. El 2025, como ayer me decías, viene repleto de bendiciones para todo el equipo del que formas parte fundamental y cada día es un día menos para que arranquemos todos esos maravillosos proyectos, con todos y con «todas». Y a usted, Ministro Contreras, mis mejores deseos como siempre, siempre en mi corazón.

A la familia Etchegaray, Víctor, hermano, Maxi, Pilar, Seba, Vale, no os olvido ni os olvidaré nunca. Sois mi familia, (sin serlo) en Uruguay, Felices Fiestas.

Feliz Navidad, Pilar Ramos, Dña. Pilar Ramos, no sólo por tu impecable trabajo, sino por, como te digo siempre, ser la voz de millones de españoles y sobre todo por tu complicidad, trato, energía y simpatía. Seguro que el 2025 nos trae cosas más bonitas que las de ahora.

A USA, a todos mis amigos norteamericanos, Feliz Navidad. Mi Vane, tanto para ti como para Rafa, para tu mamá y para tus hijos Isa y ese ser maravilloso y bohemio que tanto sabes que me fascina, tu hijo Lorenzo, «Wenso». En unos años, ya te dije que le veremos en Broadway. Aprovecho para felicitar a tu socio, artistazo y mejor persona Adolfo. ¡Qué grande eres! Hoy se lo decía a Vanessa.

Por supuesto, a ti Chris, que, desde Los Ángeles, California, compartimos ideales, recuerdos, fotos y cine. Mucho cine.

Para Venezuela, Feliz Navidad, Isa, @isaproduce, por tu gran trabajo extenuante y por la paz que me transmites cada despertar. Tenemos una conversación pendiente y quizá algo más que nos ofrecerá la vida en colaboración laboral.

Feliz Navidad, Yeli, mis mejores deseos para esta Navidad para toda tu familia y especialmente para ti.

Feliz Navidad a todo el enorme equipo de mi editorial Círculo Rojo, Alicia Quesada, mi editora, gracias. Ya estamos en el segundo viaje editorial, que es mi segundo libro. Óscar Fábrega, Maite Martín, Madeleine, Susana Aragón y, muy especialmente, a Raquel Martínez y, por supuesto, a ti, amigo, Alberto Cerezuela, a Noelia, a «Bogotá», «Firulay», «Izal» y «Shinova», (ya sabes, pasión compartida). Feliz Navidad a todos y que siga el éxito literario en el 2025.

Uriel Pascual, tío grande, te quiero mucho, en nada te pasarán para supervisar y corregir mi segundo libro. Feliz Navidad.

D. José Alfredo D. Tuset, ¿qué te puedo decir? La primera Navidad de tu homónimo e hijo Pepe y la segunda de tu hija. Gracias por tu amistad, por tus ánimos, por sacarme una sonrisa cuando más lo necesito. Sabes que te admiro y te quiero mucho. Que pases una maravillosa Navidad, no sé si en Madrid o en «Cai», junto a tu mujer, tus hijos y tu familia.

A todos mis compañeros del mundo cultural y artístico, estos días tendremos aluvión de llamadas. Iñaki, ¡qué gran «Entre Amigos»! ¡Qué recuerdos! Feliz Navidad a todos mis compañeros artistas de tantos años. Permitidme mencionar a alguien especial en mi vida y que lo está pasando mal en estos días. Más de un año juntos, compartiendo ensayos, camerinos, teatro y representaciones en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid: Raphael, todo mi amor y mi cariño. Estoy seguro de que estas Navidades ese «Tamborilero» tuyo resonará más fuerte que nunca y tu recuperación será un hecho en muy corto espacio de tiempo. Fuerza a tu mujer Natalia y a tus hijos Manuel, Alejandra y Jacobo, amigo y compañero de estudios y profesión. Fuerza Raphael.

Y, por último, mi compañero de fatigas, ideas, proyectos y el encargado de la sala de máquinas, Xavi Bonet, viene cargadito el 2025. De hecho, ya está cargado de trabajo, este final del 2024. Molt Bon Nadal, Xavi.

En Navidad es también época de pedir perdón y fechas de reconciliación, así que os pido perdón a todos aquellos que os haya podido molestar a través de alguna acción mía, inconsciente o conscientemente, y os hayáis sentido mal conmigo por cualquier cuestión. Tras pediros disculpas, os quiero desear a todos, aunque ya no tengamos contacto, Feliz Navidad.

Y ahora sí, llegó el momento. Quiero felicitar a todos los anónimos, «sin techo», sin hogar, a todos los que no tengáis ilusión ni esperanza. No sólo os quiero desear todo lo mejor para estas fechas, sino regalaros mi ilusión y mi esperanza, que tantas veces perdí y otras tantas recuperé. Tened fe, la vida, en un segundo cambia y seguro que se os presentará un futuro inimaginable en estos momentos para vosotros, lleno de luz que os hará volver a brillar. Recordad uno de mis cientos de lemas: «Sólo por Respirar Merece la Pena Vivir».

A todos los que me seguís y me leéis de tantos continentes y países, ciudades, estados, pueblos, a todos los que me escribís, a absolutamente cada uno de vosotros os deseo la mejor Navidad de vuestras vidas.

Feliz Navidad, a tod@s, de corazón.

En estas fechas, más que nunca y como concluyo siempre:

«Sed muy felices, por favor».

Jorge Esquirol