Hola a todos, en este capítulo, breve, quizá demasiado, porque no sólo estoy yo triste, sino que toda mi Patria, mi Nación, mi País y mis Compatriotas, están y estamos llorando.

Lloramos, como empezaron a derramar lágrimas, en forma de ríos desbordados, que han arrasado, dejando ya centenas de muertos y damnificados, en forma de DANA, múltiples zonas de nuestro gran y amado País.

Como bien expresé el otro día en mis redes y para no caer en la redundancia, creo que sobran las palabras, hacia todos/as y cada uno de vosotros.

Hoy, primer día de luto oficial, de los tres declarados, tan sólo pretendo haceros un regalo.

Quiero regalaros un capítulo de mi primer libro editorial:

«Te Regalo Mis Pens(ai)mientos»,

Justamente el relato número tres, de los veintitrés que contiene mi citado primer libro, que precisamente lleva por nombre:

«Un Otoño Gris»

Fugazmente y sin previo aviso, pasó el verano y entró el otoño.

Un otoño gris, teñido de la polícroma y colorimetría habitual de esta estación del año y digna de plasmar en un lienzo en blanco, que pintará de tonos ocres una nueva etapa.

Otoño, fuente de inspiración para los poetas melancólicos, para los autores bohemios, que buscamos nuestras musas inspirativas en la vanidad y egocentrismo al que nunca debíamos acercarnos ni juguetear con tales despropósitos.

Camino sin rumbo, tan solo observando lo que tengo alrededor, lo que me brinda el paisaje de este lugar.

No tengo prisa…

Sólo quiero observar y sentir…

Otoño gris, como ceniza apagada en un brasero…

Me observa un gato enroscado en sí mismo, que, al captar mi presencia y mi caminar, alza la cabeza con movimiento perezoso, como extrañándole mi presencia. Rápidamente vuelve a su posición de descanso o letargo al verme alejar.

Grises, ocres, marrones, amarillos, rojizos atenuados…

Son los colores del otoño, los sentimientos y mi sentir, buscando una esperanza de llegar a casa y encontrar inspiración para poder escribir estas letras antes de que las nubes borrascosas que cubren mi ciudad comiencen a llorar lágrimas dulces o salada tempestad interna.

Truena, signo inequívoco de que la tormenta está cerca…

Caen las primeras gotas, que percuten sobre las hojas caídas de los árboles desnudos.

Comienza a llover.

Posdata:

Ánimo a todos, somos una Gran Nación.

Ahora más que nunca, es hora de estar al lado de los que más lo necesitan.

Fuerza, Honor y Gloria. La Muerte No es el Final.

Os abrazo,

Jorge Esquirol.