¿Cómo estáis?, ya viernes 17, ya más de mitad de enero, del primer mes de este año 2025.

¿Cómo ha ido vuestra semana? Como cada viernes, deseo que absolutamente todo vaya bien en vuestras vidas.

Hoy, y un viernes más fiel a mi cita con todos vosotros, os quiero escribir un nuevo capítulo/artículo, verdaderamente especial para mí, porque como habréis podido leer en el título, justamente es de lo que se trata, del camino que decidí tomar desde muy joven, el camino hacia el mundo del arte, llevando ya más de 30 años como profesional en este gran y maravilloso sector, que me ha dado todo, mucho, poco, nada, éxitos, alegría, tristeza, frustraciones, fracasos, pero sobre todo aprendizaje y satisfacción, demasiado aprendizaje para de todas estas emociones y os aseguro que a pesar de todas las adversidades que se me pueden haber presentado por el camino, presumo de considerarme un artista.

Muchos de mi círculo más cercano le añaden la palabra «multidisciplinar» a la palabra artista, pero ese esnobismo, que es totalmente coherente y correcto para los que nos hemos dedicado a varios sectores culturales del mundo artístico, creo que sobra, porque en la palabra «Arte» hay demasiados significados detrás de esas 4 letras. ¡Qué palabra más corta, y qué significado infinito tiene!

Artistas

En los tiempos actuales, os puedo asegurar plenamente que ser artista es un acto de valentía. Es desafiar el sistema, romper las reglas establecidas y construir un puente entre la realidad y la imaginación. En un mundo que a menudo exige productividad y resultados inmediatos, los artistas nos recuerdan la importancia de detenernos, observar, sentir y crear.

El arte no es simplemente una actividad; es una forma y estilo de vida.

Para un artista, cada pincelada, cada palabra escrita, cada nota tocada, cada subida del telón, cada ensayo, cada «acción» en un set de rodaje o el clásico «5 y acción» en los platós televisivos, representan un pedacito de nuestra alma.

La creatividad no es un lujo, es una necesidad. Es el medio por el cual los artistas interpretamos el mundo que nos rodea, es la manera que tenemos de canalizar nuestras emociones y compartirlas con los demás.

El arte tiene el poder de transformar lo ordinario en extraordinario. Es una ventana al mundo interior, una forma de expresar lo que a menudo no podemos o nos atrevemos a decir con palabras. Los colores en un lienzo, los movimientos en un escenario o las melodías en una canción pueden comunicar lo inédito e inefable.

Los artistas tenemos la capacidad de conectar a las personas y recordarles continuamente nuestra humanidad compartida.

Cada obra es una declaración, un testimonio de la experiencia humana. Es el reflejo de las alegrías, las penas, los sueños y las luchas. Los artistas intentamos mostraros lo que significa estar vivo y nos inspiran a mirar más allá de lo evidente.

Nuestro camino no es fácil, os lo aseguro. El camino del artista está lleno de desafíos. Cada estreno, cada finalización de una producción terminada, lleva consigo meses o muchas semanas repletas de mucha disciplina y esfuerzo encomiable; en ocasiones esos meses se convierten en años.

En muchas ocasiones, la frustración de no alcanzar la visión deseada, las críticas y el temor constante al rechazo son sombras que nos acompañan a los creadores. Sin embargo, y sobre todo cuando vas envejeciendo, no solo en edad, también en currículum y experiencia, te das cuenta de que normalmente las críticas son partidistas. Yo personalmente, desde hace muchos años, me acojo a una de las grandes frases del gran Woody Allen, donde decía que:

«Le daban lástima aquellos cuyo trabajo era criticar el trabajo de los demás porque eran incapaces de hacer nada por ellos mismos».

Ser artista también implica sacrificios personales. Muchas veces, los artistas deben equilibrar sus sueños con las expectativas de una sociedad que prioriza lo práctico sobre lo creativo.

La estabilidad económica es un desafío constante, pero la pasión por crear y llegar a cumplir tus metas suele ser más fuerte que las dificultades, que muchas veces hay que tener en cuenta.

El dolor y la lucha, aunque duros, también se convierten en motores para la expresión. El arte se alimenta de la vulnerabilidad, y es en esos momentos de debilidad cuando a menudo nacen las obras más poderosas.

Una pintura que refleja el desamor, una novela que aborda la pérdida o una melodía que evoca nostalgia son ejemplos de cómo el arte transforma el dolor y la angustia en algo bello y significativo.

Crear es un acto solitario. En la quietud de un estudio, en la penumbra de un teatro vacío, en los camerinos o en el rincón de una habitación, los artistas se enfrentan a sí mismos. Es un diálogo constante con sus dudas, sus sueños y su visión, y por supuesto, con sus personajes.

La soledad puede ser tanto una gran aliada como un gran enemigo. En ella, los artistas encuentran el espacio para reflexionar y dar forma a sus ideas, pero también pueden sentirse aislados del mundo.

Siempre, como docente que soy, animo a mis alumnos a buscar y llegar a encontrar ese punto de equilibrio delicado que cada actor o actriz aprende, y tras encontrarlo, hace girar su engranaje de manera propia y única.

Aunque de artista, «se nace», no «se hace», y aunque el arte nace de un impulso interno, su impacto se amplifica cuando encuentra una comunidad que lo valora. Los artistas necesitan ser vistos, escuchados y comprendidos. Necesitan espacios seguros donde puedan compartir su trabajo sin miedo al juicio.

Como sociedad, tenemos la responsabilidad de apoyar a nuestros artistas y a nuestra cultura, que lamentablemente en mi país, España, ya lleva años siendo un auténtico despropósito.

El arte no existiría sin quienes lo apreciamos, lo cuidamos y lo amamos de verdad. Un cuadro cobra vida cuando alguien lo contempla, una canción encuentra su propósito cuando alguien la escucha, y un libro se completa cuando alguien lo lee. Una película o una obra de teatro se completa cuando finaliza cada día la función, y los aplausos reconfortantes, antes de cerrar el telón, son el justo premio que aceptamos con humildad y agradecimiento. No solo los actores y actrices, o bailarines o cantantes de musical, sino también los regidores, los técnicos, el equipo de maquillaje, vestuario, y sobre todo los directores, que somos en la sombra testigos de esos aplausos.

En mi caso, mi deber como director es que el público, que en demasiadas ocasiones y más en la actualidad, tiene que pagar con mucho, muchísimo esfuerzo una entrada, salga lo más satisfecho posible. Ahí reside el éxito para mí, ahí reside mi éxito personal, que es el éxito conjunto de toda una compañía, una producción, un staff técnico maravilloso, increíble y a la vez invisible para los espectadores, pero fundamentales en cada función, rodaje o grabación.

Los artistas no solo creamos para nosotros mismos, sino para todos nosotros. Al apoyarnos, el uno en el otro, estamos enriqueciendo nuestras propias vidas y nuestra propia carrera, nutriéndonos recíprocamente de la sabiduría del equipo al completo.

También, me gustaría, desde esa manera tan peculiar que tengo de observar la vida, deciros que el arte tiene el poder de sanar.

En momentos de crisis, nos brinda consuelo, nos permite procesar emociones complejas, encontrar esperanza y ver belleza incluso en el caos. Para muchos, crear es una forma de terapia; para otros, disfrutar del arte es un refugio, y para otros es un privilegio que abarca absolutamente todos los sentimientos, como es mi caso.

La conexión emocional que genera el arte es única. Nos invita a reflexionar, a sentir y a conectar con algo más grande que nosotros mismos. Es un recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias, compartimos una experiencia humana común y que trasciende al lector, al espectador, al televidente de una manera absolutamente mágica.

Son tiempos de incertidumbre, donde la palabra compañerismo ha desaparecido y se ha convertido en una clase políticamente incorrecta, (donde los favoritismos de mercenarios de «mercenarios de medio pelo», solo miran por sus intereses personales y, en muchos casos y lo más triste, sin llegar a ser artistas). Donde lo importante no es el arte ni la cultura, es el pisotear al compañero, pisotearle si hace falta, venderse, «como putas escénicas baratas», denigrando el sector y la cultura en España, donde solo trabajan los mismos, donde todo el mundo dice creerse artista, sin serlo, sin tener unos estudios, una base o una experiencia, que os aconsejo a todos los que soñéis o tengáis el sueño de pertenecer a este mundo debéis adquirir, siempre con humildad, respeto y amor a la cultura y a vuestro trabajo.

Quiero, «romper una lanza», no olvidarme de muchos artistas de gran talento que están viviendo momentos difíciles, que fueron grandes y ya nadie se acuerda de ellos. Pero la verdadera lanza y apoyo es para esos cientos de miles de talentos «silenciosos» que están por todo el mundo. He tenido la suerte, por mis continuados viajes, de encontrarme con muchos de ellos, quienes trabajan en puestos laborales para subsistir, sin gustarles su trabajo, porque nadie les ha dado la oportunidad de demostrar todo el talento que llevan dentro y que poseen (sea la disciplina artística que sea), para poder poner voz a ese «silencio» y demostrar que son grandes como artistas, que llevan en sus venas el arte y que tienen mucho que decir en el mundo cultural.

Justamente ellos, de los que te hablo, son los que más sufren, porque no ven el momento, el año, la oportunidad de dedicarse a este mundo maravilloso que cada día anhelan. Sueñan con verse encima de un escenario o formarse con cursos de profesionales para alcanzar sus sueños y sus metas. Justo esto me hizo reflexionar hace unos meses, y ya desde hace tiempo estamos dando forma a un proyecto y trabajando muy duro, tanto yo mismo como mi equipo, para que esos artistas «silenciosos» puedan brillar más que en sus propios sueños.

Históricamente, frente a las injusticias, las guerras, las pandemias y los desastres, los artistas hemos sido los cronistas, los halos de esperanza y un ejemplo para toda la humanidad.

Yo siempre digo que «El arte es un grito de libertad, una declaración de que la creatividad y la belleza pueden sobrevivir incluso en las circunstancias más adversas. Los artistas somos faros en la oscuridad, recordándoos que incluso en los momentos más difíciles, hay razones para soñar, luchar, no perder la ilusión y seguir creyendo».

Para ya finalizar el capítulo o artículo de hoy os quiero escribir que: «Artista» no es solo un título, es una declaración de intención, una forma de enfrentar y vivir la vida, con coraje y sensibilidad.

Este capítulo de mi blog de este viernes es un homenaje a quienes dedican sus vidas a la cultura, a los que están, ya no están y vendrán, a quienes encuentran la belleza en lo cotidiano y a quienes nos dedicamos a crear para invitaros a inspiraros y a soñar.

Si tienes madera de artista, si tienes talento, sigue adelante, jamás pierdas la esperanza, porque tu momento puede llegar el día más inesperado.

Y si alguna vez has sentido que el arte ha cambiado tu vida, comparte esa historia, porque al final, todos somos parte de esta gran obra colectiva, con un escenario llamado mundo y una función llamada humanidad.

«¡Hasta el próximo viernes, Artistas!»

Jorge Esquirol
@elblogdejorgeesquirol

Posdata:

Hoy, breve y concisa:

«Nunca dejes de creer»

A todos los que me leéis de tan diversas partes del Mundo,

Os quiero cada día más.

«Sed Muy Felices, Por Favor»

Os abrazo.

Jorge Esquirol.