Antes de arrancar este nuevo artículo, que os sorprenderá por el título, quiero dejaros claro la definición de tal palabra, por la RAE (Real Academia Española): adj. Dicho de persona: tonto o de corto entendimiento.
Y como añadido, deciros que, dependiendo del tono y la manera de decirlo, puede variar mucho su percepción, desde la simpatía y complicidad entre amigos hasta llegar a ser un insulto, pero voy a intentar quedarme con la primera opción (digo intentar)…
Dicho esto, bienvenidos un viernes más a esta ya gran comunidad, cada vez más amplia, llamada @elblogdejorgeesquirol. Gracias a absolutamente cada uno de vosotros, porque me siento un auténtico privilegiado de poder estar en contacto con muchos de vosotros, estando tan lejos los unos de los otros.
¿Cómo estáis? ¿Cómo va todo? Pues vamos a entrar en materia y a arrancar a escribir este nuevo capítulo, que estoy seguro de que os sorprenderá.
Os quiero transmitir mi manera tan peculiar y diferente de observar y vivir la vida, de la palabra «estúpido» en todas sus acepciones, pero bajo mi opinión, que compartiréis conmigo.
La estupidez, ese poder inagotable que domina el mundo
Dicen que la inteligencia tiene límites, pero la estupidez, todo lo contrario, no tiene ningún tipo de límites y es infinita.
Un experimento curioso lo demuestra: en 1995, un hombre llamado McArthur Wheeler robó dos bancos a plena luz del día sin máscara. Seguro que no os cuadra esta acción. ¿Ese era en realidad su plan maestro? Había untado su cara con zumo de limón porque creía que lo haría invisible a las cámaras de seguridad. ¿Cómo creéis que terminó esta historia verídica y real? Soy contrario a hacer spoiler, pero en esta ocasión voy a caer en mi propia contradicción y os voy a contar la verdad: «no funcionó».
Su lógica era impecable… pero la práctica no.
Pero no nos engañemos, este no es un caso aislado.
Si la estupidez pagara impuestos, tendríamos superávit en cada país, incluso dejaríamos de tener inflación.
Si la inteligencia verdaderamente mueve el mundo, la estupidez lo mantiene girando en círculos y en bucle. Basta con mirar alrededor para darnos cuenta de que la estupidez no solo existe, sino que prolifera con una velocidad inédita y envidiable. Desde decisiones absurdas en política hasta retos virales en redes sociales que ponen en peligro la integridad de las personas más vulnerables o más sensibles.
Tened presente que la estupidez tiene un papel estelar en la sociedad moderna.
La estupidez en la sociedad actual: un mal en expansión
Vivimos en una era de hiperconectividad, donde la información viaja a la velocidad de la luz, pero la estupidez parece ir aún muchísimo más rápido. Las redes sociales han «idiotizado» y democratizado la opinión, permitiendo que cualquier persona tenga voz, lo cual es positivo, pero llega el momento en que nos damos cuenta y descubrimos que muchas de esas voces están llenas de desinformación, teorías absurdas y desafíos peligrosos.
Desde la viralización de retos absurdos (como el «Tide Pod Challenge», donde la gente se intoxicaba comiendo detergente) hasta el auge de influencers que promueven pseudociencias, el ecosistema digital es un caldo de cultivo para la estupidez moderna. Peor aún, la polarización llevada al extremo hace que, en lugar de poder debatir con argumentos sólidos, coherentes y educados, muchos elijan gritar más fuerte, cayendo en el insulto para imponer dictatorialmente su punto de vista.
¿Qué os voy a contar de las noticias falsas, de las llamadas «fake news»? Dios mío, se expanden con más velocidad que la información verificada, real, veraz y contrastada, y muchos prefieren creer en titulares llamativos antes que en hechos fehacientes y comprobados. La carencia de pensamiento crítico y la necesidad de validación en redes han convertido a la sociedad en un terreno fértil para la ignorancia masiva.
Quiero reflexionar algo contigo y con vosotros:
¿Cuántas veces hemos visto que un burdo rumor absurdo se convierte en una verdad aceptada solo porque fue compartido miles o millones de veces?
Además, la estupidez en la sociedad actual no se limita solo a lo digital. Las decisiones políticas, las modas pasajeras sin sentido, lo «atemporal» y el consumo irracional son reflejo de cómo la falta de criterio afecta todos los aspectos de la vida.
Las campañas publicitarias han aprendido a explotar este fenómeno, vendiéndonos productos y servicios sin lógica alguna, sin la verdad y apelando a emociones y no a la razón ni a los principios básicos del sector audiovisual creativo publicitario.
Hay varios tipos de estupidez: un auténtico espectáculo variado
- La estupidez cotidiana: Esa que encontramos en el tráfico, en la cola del supermercado o en las reuniones familiares donde alguien suelta una teoría conspiranoica sin pruebas, pero con mucha confianza y seguridad.
- La estupidez colectiva: Cuando un grupo de personas decide que es buena idea comprar papel higiénico en cantidades industriales ante cualquier crisis. O peor aún, cuando una multitud sigue ciegamente una tendencia sin cuestionar nada y de manera sectaria.
- La estupidez con poder: Aquí entran aquellos que toman decisiones importantes sin información suficiente o, peor, con información errónea. Y sí, suelen estar en lugares estratégicos, desde empresas multinacionales hasta gobiernos o instituciones gubernamentales.
Las consecuencias de la estupidez, más allá de la risa
El problema es que la estupidez no solo es divertida (porque realmente lo es), sino que también tiene consecuencias graves y reales. Desde el deterioro del debate público hasta el auge de pseudociencias peligrosas, la estupidez puede afectar desde nuestra salud hasta el destino de naciones enteras.
Un claro ejemplo es la difusión de información falsa en redes sociales. Antes, para ser escuchado, había que tener un mínimo de credibilidad; hoy, basta con ser lo suficientemente ruidoso. Y si alguien con suficientes seguidores decide que la Tierra es plana o que las vacunas contienen microchips, miles o millones le creerán sin cuestionar ni documentarse sobre la veracidad de tal información.
Y para finalizar, os quiero ofrecer mi punto de vista (que no consejos). Los que me conocéis bien sabéis que, desde hace ya tiempo, decidí responder a la pregunta de muchos: «Jorge, ¿me aconsejas sobre…?». Mi respuesta instantánea es: «No me gusta dar consejos». Esta actitud no creáis que es por despotismo ni por mala educación; es una premisa que adopté al darme cuenta de que, en el pasado, siendo consejero de muchos y de más, erré en mis consejos hacia gente que quería porque no disponía de toda la información del asunto a abordar. Cada persona te cuenta su versión y su manera de sentirla, pero esa versión no es objetiva, porque hay que oír a todas las partes para analizar coherentemente y dar un consejo basado en la realidad y que sea beneficioso.
Cómo sobrevivir a la estupidez (y no contribuir a ella)
- Dudo de todo, incluso de mí mismo: La autocrítica es clave para no caer en tonterías y estupideces.
- No me alimento ni alimento a los que llamo los trolls: Discutir con este tipo de personas y entrar al trapo con la estupidez en redes no hace más que fortalecerles y engrandecer la propia estupidez. Sobre todo, es una pérdida de tiempo, que es el tesoro más valioso que poseemos los seres humanos.
- La paciencia es mi mejor aliada: Muchas veces, lo mejor que puedo hacer es respirar hondo y seguir adelante.
- Siempre me informo antes de opinar: Un poco de lectura nunca ha matado a nadie (que yo sepa o sea consciente).
- Tomármelo con sentido del humor es vital para mí: La estupidez es inevitable, pero al menos podemos reírnos de ella mientras tratamos de minimizar sus efectos.
Para concluir este capítulo, solo os digo que la estupidez es una fuerza poderosa, diaria y omnipresente. Pero mientras la sigamos observando con sentido crítico y una buena dosis de humor, podremos navegar por este mundo sin perdernos en su torbellino. O al menos lo podremos intentar.
¡Viva la estupidez, viva la cordura, vivan los estúpidos, vivan los intelectuales, los locos, los críticos! Porque, al fin y al cabo, el respeto es una de las bases y pilares en los que se cimienta mi estilo de vida. Y qué aburrida sería la vida si todos fuéramos iguales, ¿no es cierto?
¡Comparte este artículo en redes sociales si te ha gustado!
Y no dejemos que la estupidez gane la batalla.
Os quiero cada día más.
Os abrazo.
Jorge Esquirol
@elblogdejorgeesquirol
Posdata:
Hoy empiezo con una promesa que hice esta semana a unas personas maravillosas que velan por nuestra seguridad: todos los agentes de la Comandancia de la Guardia Civil de Baleares. Un gran abrazo, es un placer estar cada día en contacto con vosotros.
Alicia, qué te voy a decir… que llega tu cumpleaños en marzo y que la Comandancia de Oviedo será una fiesta en tu honor.
A vosotros, compañeros de 062esPorTi, siempre a vuestro lado.
No nos olvidemos, que no caiga en el olvido, y perdón por ser pesado, pero en Valencia y en las zonas devastadas todo NO, NO ha vuelto a la normalidad. No nos olvidemos. Os invito a que visitéis el canal de YouTube de Pilar Ramos, @pilaruramos, de vez en cuando, para refrescar la memoria.
A ti, José M.G. Valcárcel, y la Guardia Civil de Zaragoza, al GREIM. Creo que sobran las palabras hacia ti, José Manuel; cada día eres un regalo, un aliento de fortaleza y mi paz.
A usted, mi doctora Mercader, que la luz está cerca y que esa rodilla y esa masa muscular perdida en breve se recuperará al 100%. Pero hágame caso, como yo le hago estrictamente a usted… ya sabe.
A ti, María, ¡qué ganas de verte!
A Isa y la diseñadora Marlene Cáceres, porque estáis consularmente mostrando vuestro arte y gran trabajo.
A Porbello Writers Room, por esas palabras tan bonitas que me dedicáis desde Londres y por ser maravillosos.
A la Miami Book Fair, por tenerme informado de todo y estar en contacto.
A Raquel Quesada, mi editora de mi segundo libro, por tu amabilidad y educación, por cuidarme y estar pendiente en todo momento de todo el proceso editorial de esa «Pirámide del Alma», que pronto verá la luz.
Raquel Seral y Pilar Rey, un placer conoceros, de veras.
Mery, Nelly, Carol, Rober, Paul, Peter, Chris y, sobre todo, tú, Xavi Bonet, porque cada día es un eterno brainstorming y un «placerazo» trabajar codo con codo con el mejor.
Ricard, t’estimo molt i a tu, Joan Carles, no m’oblido.
Y por último, recordaros que hace unos días lancé un nuevo vídeo en mi canal de YouTube: Jorge Esquirol Channel Official, llamado «Novedades», donde os pongo al día de muchas cositas nuevas que están por llegar. Ya aprovecho para pediros a todos que os suscribáis a mi canal, así como a mi web, aquí mismo, totalmente gratis, porque os aseguro que vienen curvas y cosas maravillosas.
Pasad un buen viernes y un gran fin de semana y:
«Sed muy felices, por favor».
Os quiero.
Jorge Esquirol