«NOCHES INOLVIDABLES»
(Basado en una historia real, vivida por mí)
Hola de nuevo a tod@s, ¿cómo ha ido la semana?
Espero no sólo que os encontréis bien, sino que todo a vuestro alrededor sea bonito.
Yo, muy feliz de poder escribiros de nuevo, aún convaleciente de un problemilla de salud que comencé a padecer hace poco más de cinco días y aún me tiene, por prescripción médica, con el reposo sabiamente impuesto, más la medicación para que vuelva a estar al 100% cuanto antes.
Pero no quería en ningún momento perderme la cita y mi compromiso que, como cada viernes, tengo con todos vosotros, de escribiros un nuevo capítulo y artículo, (ya el cuarto de esta segunda temporada), de este, mi blog personal:
@elblogdejorgeesquirol
Hoy y en estos días de reposo, decidí escribiros un capítulo basado en mis vivencias personales y no hace falta decirlo que está basado en una historia real.
Pero antes de arrancar con estas «Noches Inolvidables», título del capítulo de hoy, quiero expresar todo mi apoyo a todos los afectados por el huracán Milton en el estado de Florida, EE. UU., y muy especialmente a ti, Vanessa, a tu mamá, a Lorenzo y a ti, Rafa. Sabéis que no sólo hemos estado pendientes de la evolución, sino que lo seguimos estando y mandándoos todo nuestro apoyo a toda vuestra gente cercana. Así mismo, justo este huracán pasó también por la península de Yucatán, también estando pendientes de ti, Nelly, y de tu mamá. Si bien es cierto, Nelly, que contigo no he podido estar en contacto, porque el teléfono de trabajo, desde el que nos comunicamos tú y yo, justamente por una tormenta que cayó aquí, donde estoy, tuvo un subidón de tensión y se apagó de manera fulminante, estando ahora en reparación, cosa que me está trayendo numerosos problemas ya que estoy incomunicado con muchos de vosotros.
Es terrible y angustioso que en menos de un mes hayáis tenido que aguantar estoicamente dos fenómenos meteorológicos de tal magnitud, pero es gratificante a la vez saber que estáis todos bien y lo más importante, vivos.
Os mando un abrazo y un beso enorme a todos.
Y ahora sí, tras este breve inciso que para mí era importante, arrancamos con este cuarto capítulo:
«NOCHES INOLVIDABLES»
Hace ya 23 años, a mis 28 de edad, tuve mi primer contacto con América Latina, viajando a La Habana, Cuba.
Un continente y país totalmente desconocido para mí, donde jamás pensé que, dejando a un lado lo laboral, iba a vivir experiencias mágicas e inolvidables que, a día de hoy, recuerdo con una nitidez y claridad de momentos que no solo forman parte del legado de mi vida, sino de mi realidad actual.
Frente al malecón, en el Vedado, junto a los hoteles Meliá Cohiba y Riviera, en un centro comercial llamado «Centro Comercial Galerías del Pavo», para un turista, un paseante o un desconocedor tanto de la información como de la ciudad de La Habana, es realmente inimaginable poder adivinar el tesoro que hay en la planta alta del citado centro comercial.
Alguien cercano a mí, siendo sabedor de que era y soy un amante de la buena música, me citó en el citado lugar.
En el taxi, realmente iba extrañado, porque había algo que no me encajaba. ¿La cita era a las 22:00 h (10 pm), y el lugar un centro comercial? En mi cabeza no entraba que un centro comercial, y más habiendo pasado por allí fugazmente en otros días esporádicos, pudiera tener abiertas sus puertas y tiendas a esas horas.
Al llegar a destino, abrazo preceptivo y sentido con sonrisa de mi inolvidable Alejandro (D.E.P).
Tras mirar al horizonte desde el malecón y observando el suave romper de las olas de ese mar Caribe, que siempre me fascinó, nos encaminamos a la entrada del Centro Comercial. La sonrisa persistente de mi amigo Alejandro y ese gesto que siempre hacía con el brazo, sacudiendo el dedo índice y el medio, acompasado de esa palabra muy suya, «candela», tal gesto me dio la certeza de que algún lugar dentro de aquel sitio donde íbamos a entrar me iba a deparar una gran sorpresa.
Ya dentro del recinto, observé múltiples comercios cerrados, pero observé unas pasarelas que accedían a la parte superior, que era precisamente donde nos dirigíamos…
Una luz cálida, enigmática, alumbraba el exterior de aquella última planta donde nos dirigíamos.
Logré percatarme de que una tenue música provenía de aquel lugar.
Al llegar a la estrecha puerta, nunca pude imaginar lo que me esperaba dentro.
Al acceder, lo primero que me fijé fue la elegancia de aquel lugar, que en cuestión de instantes se mezcló con un ambiente bohemio, el olor a ron que desprendía el ambiente, junto al aroma de madera, con matices de perfume agradable que yo siempre asocio con el aroma artístico que posee La Habana, porque aquel lugar lo que verdaderamente emanaba era: ARTE, y en mayúsculas.
Rápidamente, y mientras nos acompañaban a nuestra mesa ya asignada, mi vista se fijó en el escenario, pequeño desde mi punto de vista, quizá por la cuantía de instrumentos, cables, altavoces de referencia y demás material artístico que estaban sobre él, pero sobre todo en el cartel que había en la pared trasera de aquel escenario: «Jazz Café».
Aproximadamente, a los 10 minutos de traernos la comida, en forma de snack, y las consumiciones que pedimos, la agradable música de ambiente, que no era más que la que yo agudizando el oído escuché desde abajo, se fue apagando en «fade out», mientras que una decena de artistas subían al escenario ocupando los puestos de cada instrumento.
Tras el pertinente buenas noches, con ese cautivador acento cubano, arrancó una de las noches más increíbles de mi vida.
Soy no sólo un profundo admirador del Jazz, quizá muchos de vosotros, que no estáis inmersos en el mundo de la verdadera música, no sepáis que el Jazz es improvisación, no precisa de ensayos y es el género que realmente delata y discierne entre los grandes músicos y los que no lo son tanto.
Jazz puro, jazz fusión con salsa, con son cubano…
Aquello fue un deleite para mis oídos, para mis sentimientos, una noche inolvidable que en muchas ocasiones rememoro, sin necesidad de poner música, porque realmente aquella música de aquellos, bajo mi opinión los mejores artistas, en este caso músicos, de los que he podido ser testigo en mi vida, la llevo grabada en mi corazón.
En aquellas casi tres horas que permanecí por primera vez en el Jazz Café, donde más de una hora y media (aproximadamente), os puedo asegurar que jamás hubiera pensado en poder escuchar en mi vida a los mejores músicos en directo que he tenido el gusto de escuchar.
En aquel escenario, del que os he hablado antes, «tildándolo» de pequeño, pude ser testigo directo y en cercanía de la grandeza de los múltiples artistas que no sólo pude disfrutar y llegar a conocer personalmente aquella primera noche con Alejandro, sino de todos los que vi pasar durante las tantas noches que regresé a aquel lugar, al Jazz Café, donde tuve el placer de conocer y compartir momentos y consejos con otros grandes artistas que como yo iban de espectadores, con mención especial a Pablito, Pablo Milanés, que también se nos fue, hace va camino de tres años, y dueño y exponente aún vivo y eterno en legado de la trova cubana.
Aquella primera noche acabé, antes de irnos, con un mojito en la mano y mirando a través de las amplias cristaleras, desde la célebre Avenida del Paseo de La Habana, desde el inicio del malecón, al horizonte de nuevo, a través de ese mar Caribe e imaginando precisamente el lugar donde empecé este capítulo, el estado de Florida en EE. UU.
Noches especiales, inimaginables, mágicas, pero, sobre todo, para mí…
Una de las «Noches Inolvidables» que la vida me ha regalado y que no olvidaré en el resto de mi vida.
Jorge Esquirol
Posdata:
Justo en mi ciudad de nacimiento, en Madrid, en el Rooftop del Hotel Riu, Plaza de España, y dándome cuenta de que todo el personal era cubano y tras hablar con ellos, me comunicaron que casi todos habían pertenecido a la agencia Selecmar de La Habana (ya desaparecida, gracias a Dios), que era la encargada de surtir de personal de animación y auxiliar a las navieras de cruceros de recreo, y también tristemente me informaron no sólo del fallecimiento de mi gran amigo Alejandro, sino también del cierre del Jazz Café.
A día de hoy lo han vuelto a reabrir, si tenéis un viaje programado a Cuba y pasáis por La Habana, no dejéis de pasar una noche por allí.
Quiero agradecer hoy a Xavi Bonet por ser compañero, consejero y sabio en todo momento, aparte de ser mi director de marketing.
Por otro lado, quiero daros mis más profundas y sinceras gracias a todas esas numerosas personas que día a día y momento a momento estáis pendientes de mi estado de salud.
También quiero expresar mis más sinceras condolencias a Yohani, porque perder a tus dos abuelas en cuestión de dos semanas es un golpe demasiado duro. Mucho ánimo.
A una nueva persona que ha aparecido por circunstancias externas, pero que ha sido no sólo un verdadero regalo, sino un placer inmenso haberte conocido: a ti, Rodrigo, vasco de pro y bueno de corazón e ideales.
Un beso también a ti, Vicky, sabes que eres especial.
Y a ti, Oriana, que, desde Argentina, estamos en contacto permanente y espero que nos podamos conocer pronto.
Por supuesto, a todos los países que un día tras otro me seguís fielmente mayoritariamente y a los nuevos que os vais incorporando poco a poco.
Y por último, y tristemente, teniendo el apartamento reservado, por mi estado de salud no podré asistir a una de las mayores ilusiones que tenía marcada en mi calendario: la Gala de los Premios de mi Editorial. Mucha suerte a todos los nominados y a los futuros ganadores. Abrazos a todo el staff de mi editorial Círculo Rojo, y especialmente a ti, Alberto Cerezuela, por todo, y por tanto, a ti, Óscar Fábrega, porque mi admiración por ti como escritor, historiador y como persona va más allá de las palabras. Madelaine, Raquel, a todos. Y por supuesto no me olvido de ti, Raquel Martínez. Uriel, a ver si esta semana me tienen arreglado el teléfono para hablar de cosas que tenemos pendientes laborales, así como contigo María, que no sé cómo contactar contigo, y con todos los demás amigos, que estoy totalmente desconectado de vosotros.
Deseo de corazón que sea la mejor gala de las XI que cumplís hoy mismo.
Disfrutadla muchísimo, aunque no pueda estar presencialmente, os aseguro que mi presencia y mis aplausos estarán a vuestro lado.
«Siempre a tu lado»
«Siempre a vuestro lado»
Cuidaros mucho, la vida es, aunque muchas veces no lo lleguemos a creer, maravillosa y única.
Y como siempre os digo:
«Sed muy felices, por favor».
Os quiero, os abrazo y os mando un beso enorme.
Jorge Esquirol
@elblogdejorgeesquirol